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¿Por qué?
Pepe está sentado en el banco. Las manos cruzadas encima de sus muslos y los pies en un incesante vaivén. La mirada al frente, con los ojos nublados de lágrimas y un pellizco en el estómago. Tiene miedo. Muchas personas vestidas de blanco se mueven a su alrededor y conversan pausadamente entre ellos. Una densa niebla parece cubrirlo todo. Al fondo una luz brillante, tornasolada, que preside día y noche aquel lugar. No sabe dónde se encuentra, pero sí por qué. Tiene siete años.
Pepe está sentado en el banco. Las manos cruzadas encima de sus muslos y los pies en un incesante vaivén. La mirada al frente, con los ojos nublados de lágrimas y un pellizco en el estómago. Tiene miedo. Muchas personas vestidas de blanco se mueven a su alrededor y conversan pausadamente entre ellos. Una densa niebla parece cubrirlo todo. Al fondo una luz brillante, tornasolada, que preside día y noche aquel lugar. No sabe dónde se encuentra, pero sí por qué. Tiene siete años.
Amalia desde lejos vislumbra al solitario niño. Camina hacia su encuentro. Siente una ternura inmensa hacia ese ángel de ojos grandes y vivarachos; le recuerda a su hijo Antonio. ¿Qué habrá sido de mi niño?, se pregunta. Hace tanto que no viene a verme… Al principio le sentía en aquel roce de su mano, en aquellos labios que besaban su frente, incluso en algún instante le pareció escuchar su tenue voz. No sabe calcular desde cuando, no ha vuelto a tener esas sensaciones. Le echa de menos.
—Hola, me llamo Amalia, ¿y tú?
—José, pero todos me llaman Pepe –dice con una mueca que simula una sonrisa.
—Llevo bastantes días observándote. Nunca te mueves de este banco.
—Tengo miedo, no sé dónde estoy.
—Te entiendo, pequeño –le dice Amalia mientras le echa el brazo por encima y lo atrae hacia su pecho--. Este es un lugar de paso. ¿Ves aquella luz?
—Sí, me gusta mucho.
—Los hombres y sus adelantos nos mantienen en esta tierra de nadie. Juegan a ser Dios, construyen máquinas, mundos nuevos…nos retienen. Yo llevo aquí mucho tiempo, demasiado…
—Cómo llegamos aquí? –pregunta Pepe con curiosidad.
—Yo tuve un accidente de tráfico. Al principio, de vez en cuando, me dirigía hacia aquella puerta –dice señalando con su dedo a la izquierda al mismo tiempo que el niño alarga el cuello en esa dirección— a una zona donde era capaz de sentir, escuchar… a mi familia cuando venían a visitarme, aunque yo no pudiera contactar con ellos, sabía que estaban ahí. Hace mucho que no traspaso el umbral de esa puerta –manifiesta apenada.
—Yo nunca he ido a ese sitio que dices.
—¿Por qué estás aquí, Pepe?
—Soy un niño malo. No hacía los deberes.
—¿Cómo? Eso no puede ser.
—Mi mamá se enfadaba mucho cuando no hacía las tareas del colegio o cuando molestaba mientras ella estaba descansando. Me pegaba. La última vez me dio muy fuerte y choque contra la pared una vez y otra y otra… luego iba hacia la luz, y de pronto, no sé cómo, me quedé aquí. Quiero que venga.
—¿Quién, Pepe?
—Mi mamá. Voy a prometerle que seré bueno, así ella estará contenta y no me tendrá que pegar.
Amalia, no puede reprimir su llanto. Abraza al niño con todo su amor de madre y lo mece. Le susurras palabras de aliento, mezcladas con la desesperación, con la impotencia que siente. ¿por qué tiene que suceder esto?, piensa. Le besa y le acaricia con suavidad. Entonces, el niño escapa de sus brazos y vuela hacia la puerta…
—Adiós, Pepe, que tengas suerte —le grita mientras el niño fija sus asustados ojos en ella.
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PALMA DE MALLORCA, 22 Feb. (EUROPA PRESS) -
El tribunal de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Palma juzgará entre este martes y miércoles a unos padres acusados de maltratar de forma constante y finalmente dejar en coma por no haber hecho los deberes a su hijo adoptivo, menor de edad, quien padece en la actualidad graves secuelas como consecuencia de los fuertes golpes recibidos y del clima de sistemático de maltrato físico al que fue sometido entre 2002 y 2006 en su vivienda de Llucmajor (Mallorca). Ambos se enfrentan a una petición de pena de 90 años de prisión or parte de la Fiscalía, que les acusa de 12 delitos de lesiones y malos tratos. En concreto, el Ministerio Público reclama 45 años de cárcel para cada uno y pide que además abonen al Consell de Mallorca, como tutor legal del menor, un total de 1,5 millones de euros en concepto de responsabilidad civil por las lesiones y secuelas causadas. En su escrito de calificación provisional, la Fiscalía relata que el 6 de junio de 2006 la madre, María de las Nieves R.L., encerró a su hijo, entonces de siete años de edad, en el cuarto de baño por no haber hecho los deberes y comenzó a empujar de forma reiterada a su hijo después de que éste no le ofreciese explicaciones, como consecuencia de lo cual el niño caía al suelo y se golpeaba contra paredes y marcos de las puertas hasta que finalmente quedó inconsciente en el suelo. Por su parte, el acusado José R.M., pese a conocer la situación de permanente violencia ejercida por la madre al hijo común, no dudaba en dejarlos solos, hasta que al ser requerido por su esposa cuando dejó al menor inconsciente, lo trasladaron a la Clínica Rotger donde le diagnosticaron politraumatismo con traumatismo craneoencefálico grave y coma profundo de extrema gravedad. Tales fueron las lesiones que tuvo que ser después conducido a Son Dureta y más adelante al Instituto Guttman de Badalona y al centro Juan XXIII de Inca.
El menor precisó de un ingreso hospitalario de 77 días así como de tratamiento quirúrgico y rehabilitador, pese a los cuales el menor sufrió secuelas que en la actualidad se traducen en un deterioro de las funciones cerebrales y motoras y una incapacidad en grado de 'gran inválido', necesitado de la asistencia constante de terceras personas. Además, su grado de minusvalía se eleva al 98 por ciento.
La Fiscalía sostiene que entre 2002 y 2006 María de las Nieves R.L. gritaba constantemente a su hijo, le zarandeaba, le pegaba en los glúteos y le empujaba cada vez con mayor intensidad y frecuencia en lugares donde era normal que chocara contra marcos, puertas, paredes, suelo y objetos, lo que le provocaba lesiones y hematomas más graves.
Ello con la intención, según la acusación pública, de menoscabar la integridad física del menor y de lo que era "perfectamente conocedor" su marido, quien al advertir las heridas del niño "no adoptó decisión alguna para evitar el comportamiento de la procesada y poniendo con ello en grave peligro la integridad física de su hijo". Por todos estos hechos, el Ministerio Fiscal les acusa de seis delitos de lesiones, cinco de lesiones en el ámbito familiar, otro de malos tratos habituales y tres faltas de lesiones
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